Inútiles objetos de deseo

Si hay dos caprichos consumistas que atormentan mi mente desde hace un par de años... Esos son la necesidad vital de comprar cámaras varias, así como un tocadiscos divino con miles y miles de vinilos para poner en él.

La vida no ha sido generosa conmigo, y no me ha otorgado una friki-familia con cientos de vinilos almacenados en cajas en el sótano, como sale en las pelis. Ni siquiera papá me quiere prestar su yashica vintage, que acabará cayendo en mis manos tarde o temprano. Si bien es verdad que su cámara no es de esas que hacen que se me iluminen los ojos de tan sólo pensar en tenerlas entre mis manos. Aaaaaaay (suspiro largo).

Debido a que mi pobre economía estudiantil -y mi supuesta ética personal- no me permiten comprar todos los objetos que desea mi friki/elitista/geek personalidad para sentirse culturalmente plena, tengo que priorizar mis intenciones de compra inútil. Y dado que en el mundo virtual en el que vivimos el sonido puede llegar a mis manos de maneras más económicas e ilegales que a través de la compra de discos sesenteros... He decidido comprarme alguna camarilla para saciar mi apetito analógico.

El mundo de la lomografía me apasiona, así que pensé que sería fácil decidir mi compra. Pero me equivoqué... En primer lugar consideré comprarme una lomo fisheye, cosa que deseché al considerar que es una cámara poco versátil para ser mi primera lomo. Fue entonces cuando empezó mi romance con la holga. Con su viñeteado, sus películas de 120 y sus fotos cuadradas. Juré que ella y sólo ella sería la primera. Y de esto hace un año. Y la holga 120CFN que tanto ansiaba aun no ha entrado por mi puerta.

En un primer momento me preocupó el tema de los carretes de 120 mm, donde conseguirlos, donde revelarlos y todo eso. Mientras tanto seguía sopesando si mi calidad como fotógrafa me haría amortizar los 70 euros que vale, y que la holguita no acabaría tirada en un cajón.

Después empecé a darme cuenta que el amor que yo sentía hacia la holga se veía compensado con aquel que sentía hacía las polaroids cuadradas con la que la gente divina decoraba sus casas. Empece a pensar en ella. En ebay es relativamente fácil conseguir cámaras polaroid convencionales por unos 10 euros... pero luego está el tema de conseguir la película, que actualmente no se fabrica. 

¿Qué debo hacer? ¿Debo oír mi holga-amor interior o comprarme una polaroid? 

¿Por qué no puedo ser como Paris Hilton y rascarme la barriga ampliamente, comprándome todo lo que quiera, incluidos unos Louboutin?

¿Debería dejar de pensar en comprar cámaras y gastármelo todo en chuches en el kiosko de la esquina para elevar así mi colesterolemia?

¡¡NECESITO VUESTRA SABIA AYUDA ESPIRITUAL!!

[Pinchando en las fotos podréis acceder al Flickr de cada uno de los artistas que las han realizado]